
De nuestra serie especial «Las Rutas del Revulú», te presentamos este mundo de las flores y el café… de las frutas y hortalizas. Un espacio para los amantes del montañismo, los observadores de aves, los apasionados por las culturas aborígenes y los curiosos por la anatomía de los volcanes.
Hacia el oeste de la nación del istmo panameño se encuentra una de sus diez provincias: Chiriquí. La región, que cuenta con 96 corregimientos, limita al norte con la provincia de Bocas del Toro y la comarca NgäbeBuglé; al este con la provincia de Veraguas, al oeste con la República de Costa Rica y al sur con el océano Pacífico.
Cuando hablamos de las Tierras Altas de Chiriquí, nos referimos a un distrito – creado el 13 de septiembre de 2013 a través de la Ley 55 – conformado por cinco corregimientos: Volcán, Cerro Punta, Nueva California, Paso Ancho y Cuesta de Piedra. Ellos se despliegan en la zona montañosa en la que se alza el famoso Volcán Barú, que con sus 3 mil 474 metros de altura sobre el nivel del mar se corona como el punto más alto de Panamá y de Centro América.
La fertilidad de ese suelo volcánico y el clima fresco de altura permiten que en este rincón del país se desarrolle una exitosa agricultura y ganadería de montaña, destacándose las flores, el café, una impresionante variedad de frutas y hortalizas, así como exquisitos productos derivados del ganado vacuno.
La cima de Panamá
El gran Barú es considerado un símbolo de la Patria. Según los geólogos, se formó hace aproximadamente medio millón de años y ha hecho erupción cuatro veces en los últimos dos mil años. Al parecer, la última ocurrió hace unos 400 o 500 años, cuando su altura era mucho mayor. Se cree que en aquellos días la cima estaba cubierta de nieves perpetuas y esa erupción – ocurrida de forma lateral – produjo un cráter en la parte suroeste-oeste, derritiéndose la nieve en la cima.
Actualmente, por lo angosto del istmo de Panamá, en un día claro, desde la cima del Barú se puede ver el océano Pacífico, a unos 50 km de distancia, y el mar Caribe, a unos 40 km. En ocasiones se reporta la caída de nieve granulada en el punto más alto del volcán. En las noches despejadas – especialmente entre diciembre y marzo – la temperatura mínima es inferior a 0°C y suele formarse escarcha.
El Barú, al igual que el Yeguada ubicado en la Provincia de Veraguas, es un volcán potencialmente activo. Juntos integran la cordillera volcánica de Panamá, donde se han encontrado entre 15 y 20 cerros, conos y domos, todos ya extintos.
Rendido a sus pies
Cerquita, muy cerquita del Barú está el corregimiento del Volcán, capital de las Tierras Altas de Chiriquí. Originalmente la población se conocía como “El Barú” y también como “Hato de Volcán”. Aunque el 8 de enero de 1975 el acuerdo No 1 formalizó su nombre actual, se le reconoce como “La pequeña Suiza”, pues aquí se establecieron un número plural de inmigrantes de ese país. Ellos construyeron pequeñas villas con la arquitectura típica de sus ciudades de origen, aportándole al ya espectacular paisaje de montaña un toque muy, muy especial.
Volcán es perfecto para explorar las riveras de los ríos, visitar los jardines, las plantaciones de flores y frutas, montar a caballo y observar aves exóticas. Recordemos que desde 1970 Panamá – donde viven más especies que en toda Norte América y Canadá – mantiene el record mundial de número de aves vistas en un rango de veinticuatro horas.

La despensa nacional
A unos 1.970 metros sobre el nivel del mar está Cerro Punta, conocida también como “Sierra Fría” por su agradable clima de montaña, con una temperatura aproximada de 10 a 15º grados C. De aquí sale 80% de los productos agrícolas que se consumen en el país, además de unas fresas y frambuesas que destacan por su impactante color, sabor y aroma.
Pero como no sólo de pan vive el hombre, este corregimiento también se ha dedicado a cultivar y exportar una gran variedad de flores; así como a la cría del mejor ganado vacuno, los caballos pura sangres y las ovejas de toda la región.
Aledaños: Café
Al ladito de las Tierras Altas se encuentra el Distrito de Boquete, conformado por seis corregimientos: Bajo Boquete, Alto Boquete, Los Naranjos, Jaramillo, Caldera y Palmira. Esta región – ubicada a 45 minutos de David, la capital de Chiriquí – destaca por tener los cultivos de uno de los mejores cafés gourmet del planeta. Su calidad es tan extraordinaria que en el mercado internacional una de sus variedades – el Arábica Geisha – rompió su propio récord mundial al lograr un precio de $1,300.50 por libra, durante la subasta electrónica “Best of Panama (BOP) 2020″ realizada el 16 de septiembre por la Asociación de Cafés Especiales de Panamá (SCAP).
En general, el café panameño se caracteriza por ser un producto muy equilibrado, en el que resaltan los aromas florales como el jazmín y los cítricos. Al paladar también resulta meloso, avainillado y achocolatado. Su cuerpo es medio y su acidez pronunciada. El tiempo de cosecha inicia en septiembre y finaliza en abril; pero en enero se desarrolla el punto más intenso porque los productores aprovechan el momento para impulsar degustaciones y visitas a los cafetales. La guinda del pastel termina siendo la espectacular Feria de las Flores y el Café de Boquete, que posiciona a Chiriquí como uno de los destinos turísticos más espectaculares de Panamá.
…Y mariposas también
En Boquete – donde también se asentaron grupos de migrantes suizos, norteamericanos, yugoslavos, suecos y alemanes – funciona un espectacular “mariposario” en la finca de la botánica irlandesa Emily Haworth. En ese peculiar rincón, conocido como Boquete Bees and Butterflies, existe un promedio de 600 mariposas de 35 especies, entre ellas el Morpho (azul), Caligo (ojos de búho), Monarcas, Swallowtail y entre 5 y 6 tipos de Heliconius. Los encargados señalan que cuidarlas es un poco difícil porque las mariposas necesitan calor y el clima de Boquete es fresco y cuando llueve hace frío, por eso el mariposario y el laboratorio mantienen una temperatura de 40 grados centígrados.

Emily Haworth, artífice de esta maravilla, es una apasionada por las flores, las plantas y la gastronomía. Ella comenzó desarrollando en el lugar la Apicultura, una actividad que asumió como un hobby. Su fuente de inspiración la encontró al probar la miel boqueteña “increíble, diferente, de buena calidad y muy saludable” por los árboles y plantas limpios y medicinales, libres de químicos que hay en el lugar.
“La miel de Panamá es única en el mundo y esto solo es posible cuando hay biodiversidad, lo que atrae cada vez a más a los turistas”, señala. Por eso, tras el éxito del mariposario, ahora afina los detalles de un proyecto para abrir un Museo de la Apicultura, con el apoyo de Nixsa Gnaegi de Ríos, rectora de la Universidad Tecnológica Oteima, quien le donó un ahumador de abejas que perteneció a su padre, el ingeniero suizo Hermann Gnaegi, considerado el primer apicultor en traer a Panamá tecnología moderna de Suiza en el año 1938.
Tierra de valientes
Paz, armonía, felicidad… Son algunas de las sensaciones que transmite el majestuoso paisaje de las tierras altas chiricanas. Pero no siempre fue así. En febrero de 1921 la mayoría de los hombres que habitaban esta zona dejaron a un lado sus faenas cotidianas para ir a una guerra en defensa de los intereses territoriales de Panamá.
La crisis se desató cuando el gobierno de Costa Rica envió una fuerza expedicionaria dirigida por el coronel Héctor Zúñiga Mora para tomar posesión de la región de Coto, que en ese entonces estaba bajo jurisdicción panameña. El militar tico tenía orden de izar la bandera de Costa Rica en Pueblo Nuevo de Coto y anular cualquier arrendamiento o cesión que tuviera esa región con Panamá; entre ellas el de los cultivos de coco en Burica, que estaban bajo concesión del distrito chiricano de Alanje.
¿Y cómo fue que se llegó a este revulú? Bueno, a principios del siglo XX los panameños y los ticos aún no lograban ponerse de acuerdo para definir con claridad los límites de sus fronteras. Entonces acudieron a la Corte Suprema de los Estados Unidos para que les sirviera de réferi. El 12 de septiembre de 1914 el entonces presidente de ese máximo tribunal, Edward Douglass White, emitió una sentencia arbitral limítrofe en la que planteó resolver las diferencias transfiriéndole a Costa Rica el disputado cantón de Talamanca y su capital, Sixaola. Eso significaba que Panamá perdía una considerable porción de costa por el mar Caribe. Como era de esperarse, el gobierno panameño, que en ese momento estaba encabezado por Belisario Porras, rechazó de plano la sentencia. Siete años después, los ticos se cansaron de esperar y decidieron concluir el asunto por las malas enviando al coronel Zúñiga a la región de Coto.

Las pasiones nacionalistas se prendieron tanto en Costa Rica como en Panamá, al punto de que rápidamente se organizaron en ambos países voluntarios y fuerzas regulares para defenderse. En el caso de los panameños, los primeros en prepararse para la acción fueron los chiricanos, muchos de ellos provenientes de las tierra altas, pues esta región era la que tenía jurisdicción sobre el caserío que pretendían controlar los ticos.
Aunque practicamente todos eran simples campesinos, los chiricanos tuvieron un rotundo éxito repeliendo las fuerzas costarricenses. Pero en su intento desespetado por lograr el triunfo en esta contienda, los ticos se desplazaron hacia el norte, a la provincia de Bocas del Toro, donde nadie estaba preparado para evitar su ingreso al territorio panameño. Entonces sus tropas avanzaron sin mayor resistencia al sitio en disputa. El golpe final, para los panameños fue el apoyo que dio Estados Unidos para la movilización de los soldados ticos usando el ferrocarril de la United Fruit Company, una empresa bananera norteamericana que tenía interés en que Costa Rica resultara triunfadora. Al final, aunque Panamá ganó la disputa en el aspecto bélico, no le quedó más remedio que renunciar al territorio de Coto por la presión de los estadounidenses.
Nota del editor: En la jerga panameña, «revulú» significa caos, desorden, alboroto.