De las cosas insólitas que nos dejó el pasado siglo XX están los proyectos científicos de comunicación entre humanos y otras especies. Hoy conocerás los dos más impactantes.
En este episodio, la Chica X y el Sr. Neto traen la historia de Peter, el delfín que se suicidó por amor a una mujer; y la de Koko, el gorila hembra que sabía conversar con humanos. Entre sus notables amistades destacó el legendario actor Robin Williams. Tal fue su conexión con él que, cuando Koko supo de su muerte, expresó contundentemente su tristeza.
Ambos relatos nos dejan claro hasta dónde los científicos están dispuestos a llegar para abrir canales de comunicación que nos permitan no solo entender a otras especies de nuestro planeta, sino crear un lenguaje que nos permita eventualmente conversar con seres extraterrestres. Sí, como lo escuchas, hablar con ET.
Aquí te dejamos el podcast y más abajo algunos vínculos que te llevarán a información muy interesante para ampliar tu conocimiento en torno a este tema.
Por supuesto, también te dejamos por acá el vídeo de la transmisión en vivo de este episodio a través del canal Youtube de CICA Radio Online Internacional.
La Orden del Delfín
En esta carrera científica, muchas líneas de investigación han tenido un destino inimaginable para los involucrados. El caso de Peter, el delfín es uno de esos.
Todo comenzó el 1 de noviembre de 1961 en Estados Unidos, en el Observatorio Nacional de Radioastronomía de Green Bank, en Virginia Occidental. Ese día, diez científicos discutían la posibilidad captar señales alienígenas utilizando radiotelescopios. Eso fue el inicio de lo que ahora conocemos como la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, famosa por sus siglas en inglés: SETI.
¿Y quiénes estaban en aquella reunión? Bueno, vamos a nombrar de ese grupo de diez a los seis más destacados: Frank Drake, autor de la ecuación que estima el posible número de civilizaciones alienígenas y que luego se convirtió en el fundador de SETI. También se encontraban el astrofísico y divulgador Carl Sagan, el físico Philip Morrison, uno de los integrantes del Proyecto Manhattan que creó la bomba atómica; el químico Melvin Calvin, que justamente durante aquella tertulia del 1 de noviembre recibió la noticia de que le darían un premio Nobel; el astrónomo Su-Shu Huang, que había acuñado el concepto de la «zona habitable» de una estrella donde podían encontrarse planetas con agua líquida; y John Cunningham Lilly. Este último era un médico y neuropsiquiatra de Minnesota, de familia acaudalada y a quien sus compañeros de colegio llamaban Einstein Junior, por su vivo interés en la ciencia desde pequeño.
A Lilly se le recuerda como un científico que, por tener una posición económica infinitamente holgada, podía internarse en terrenos de investigación poco convencionales, en los que además actuaba como su propio sujeto de experimentación. En 1954 inventó el tanque de aislamiento, un depósito con agua salada en el que el usuario flotaba en estado de privación sensorial. Lilly probó este sistema en infinidad de ocasiones, añadiendo además otro ingrediente a su propio cerebro: LSD, una droga con la que le gustaba experimentar con estados alterados de consciencia.
Para aquel 1 de noviembre de 1961, Lilly ya era popular por su libro “Man and Dolphin”, en el que proponía la posibilidad de establecer un puente de comunicación entre los humanos y los delfines, animales de gran inteligencia y dotados con un lenguaje propio. Entonces, en esa tertulia surgió la idea de desarrollar una línea de investigación que los llevara a descifrar el leguaje de los cetáceos para crear a partir de allí algún código o idioma que permitiera comunicarse con cualquier civilización extraterrestre.
El entusiasmo fue tan grande, que todos acordaron apodar a este grupo de científicos como “La Orden del Delfín”.
Peter y Margaret, amor eterno
Dos años después, en 1963, John Cunningham Lilly estaba fundando un laboratorio para desarrollar un experimento revolucionario: Enseñar inglés a los delfines. Y no solo eso, sino que logró la financiación de la NASA y de otras agencias gubernamentales de EE. UU. Así fue como construyó en las Islas Vírgenes la Casa de los Delfines, una instalación donde acomodó a tres ejemplares cetáceos llamados Pamela, Sissy y Peter.
El antropólogo y lingüista Gregory Bateson se unió al experimento, encargándose de estudiar la comunicación entre los delfines. También reclutaron a una joven que trabajaban en un hotel de la localidad, Margaret Howe Lovatt, para que se hiciera cargo de enseñarles inglés a los traviesos delfines. Aunque ella no tenía ninguna formación científica, fue muy útil porque tenía gran capacidad de observación y, mejor aún, se presentó como una entusiasta voluntaria para el trabajo.
Margaret estaba tan pero tan emocionada con el proyecto que su creatividad explotó y propuso una ambiciosa modificación al proyecto: Inundar una casa y convivir con los delfines las 24 horas del día. La idea convenció a Lilly y Bateson, así que reformaron el recinto para que la chica pudiera mudarse con uno de los animales. Margaret eligió a Peter, un joven delfín aún no entrenado en el lenguaje.
En 1965 comenzó el experimento de convivencia. Pero a medida que se desarrolló el contacto entre la chica y Peter, fue quedando claro que el delfín no quería una maestra, sino otra cosa. Al principio miraba largamente distintas partes del cuerpo de Margaret. Luego Peter comenzó a frotar su cuerpo contra el de la voluntaria, siendo claro que se trataba de melosas caricias. Finalmente, cuando era evidente la intensa y frecuente excitación del delfín, Lovatt decidió darle lo que quería, por el bien del experimento: Comenzó a aliviar manualmente las urgencias sexuales de Peter.
«No me sentía incómoda con ello, mientras no fuera brusco», dijo Lovatt cuando la entrevistaron para un documental de televisión que se transmitió en la BBC4 “La Chica que habló con los delfines”. Haz clic aquí para leer el artículo que publicó en la versión digital de ese medio sobre este trabajo.
«Simplemente era parte de lo que pasaba, como un picor: tan sólo líbrate de él, ráscate y prosigue. Y así es como funcionaba. No era privado. La gente podía observarlo». Aclara Margaret, insistiendo una y otra vez que para ella «no era algo sexual. Quizá sensual. Me parecía que fortalecía el vínculo». «Eso era parte de Peter», añade.
Trágico final
El experimento terminó mal. Lilly comenzó a suministrar LSD a los delfines, algo que indignaba a Margaret. Las discusiones entre ella y el neuropsiquiatra se fueron haciendo cotidianas hasta que ella logró que Peter no recibiera la droga. Para ese momento ya el autor del proyecto había perdido el interés porque descubrió que el LSD no producía ningún efecto en los cetáceos.
La falta de avances terminó cortando la financiación del experimento y en consecuencia el cierre de la Casa de los Delfines. Los tres ejemplares fueron trasladados a otro laboratorio de Lilly en Miami y Margaret se quedó muy triste y sola en las Islas Vírgenes. Pocas semanas después, ella recibió una llamada de Lilly comunicándole que Peter había dejado de respirar deliberadamente en su acuario. Es decir, se suicidó. Ella cuenta que cuando escuchó aquello sintió más alivio que pena, porque ya no sufriría más por su separación.
En los años siguientes, Lilly continuó su trabajo con los delfines, internándose cada vez en un territorio más alejado de la ciencia y envuelto en misticismos espirituales, meditaciones y telepatías. En los años 70 publicó una estrambótica teoría sobre jerarquías de entes cósmicos que gobernaban el universo. Hoy se considera que la mayor parte de su trabajo es pseudociencia. Pese a todo, dejó huella en la cultura popular y en generaciones posteriores de investigadores marinos. Lilly falleció en 2001 en Los Ángeles de un ataque cardíaco.
Como ya les comenté, Margaret Howe Lovatt se quedó en la isla y con el tiempo terminó casada con el fotógrafo que tomó fotos de su investigación. Más tarde regresaron al Delfinario y lo convirtieron en una casa familiar. Juntos tuvieron tres hijas aún vive. Cuando la BBC la entrevistó en 2014 ella lamentó que muchos se quedaron solamente con el episodio escabroso de haber tomado la iniciativa de masturbar al delfín. De todo lo que se ha publicado en torno a eso, el premio al morbo mayor se lo lleva la revista pornográfica Hustler, que publicó en los años 70 un artículo sobre aquel experimento acompañado por una ilustración que mostraba a un delfín y a una mujer en clara pose de fornicación; algo que nunca sucedió entre Margaret y Peter.
Para el delfín, aquello fue amor, a su manera. Para la mujer, también, a la suya
¿Peter encarnó a Flipper?
En torno a esta historia tan real como usted y como yo, hay una leyenda urbana. Se dice que cuando mudaron a Peter a Miami en algún momento llegó a encarnar el papel de Flipper, el famoso delfín de la serie estadounidense de televisión producida por Ivan Tors Films en asociación con Metro-Goldwyn-Mayer. Sí, aquella que se estrenó en NBC el 19 de septiembre de 1964 y se transmitió hasta el 15 de abril de 1967, teniendo luego numerosas repeticiones en muchos países del mundo.
Pero la verdad es que Peter jamás hizo de Flipper. Esa actuación estuvo inicialmente a cargo de un delfín hembra llamada Susie. Luego asumió el papel otra hembra, Kathy, y ocasionalmente por otras hembras llamadas Patty, Scotty y Squirt.
Las hembras fueron elegidos porque son menos agresivas que los machos y sus pieles generalmente están libres de cicatrices y otras desfiguraciones que los machos se hacen cuando tienen altercados con otros delfines. Esto último facilitó que, aunque cambiaban regularmente de ejemplar, Flipper siempre se veía idéntico.
La única escena que no pudo ser realizada por ninguna de ellas fue el famoso paseo de cola, un truco que no pudieron dominar por completo. Entonces, tuvieron que rodar con un delfín macho llamado Clown. Quizá allí fue que surgió la leyenda urbana de que había sido Peter. Si quieres profundizar el tema de los delfines que encarnaron a ese personaje de TV, Flipper, te recomendamos que leas este artículo sobre Ric O’Barry, el entrenador de esos delfines. Te sorprenderá saber que, después de haber cazado cetáceos para entrenarlos, terminó amándolos tanto que se convirtió en un radical opositor de la explotación de estos maravillosos seres del mar. Clic aquí para leer este artículo.
Hija de los Fuegos Artificiales
Nacida el 4 de julio de 1971 en el zoológico de San Francisco, Hanabi-ko (niño de los fuegos artificiales en japonés, haciendo referencia a su fecha de nacimiento), mejor conocida como Koko, se hizo famosa por la similitud que presentó hacia nosotros, no solo en lenguaje, sino que en empatía.
Koko tenía un vocabulario de más de 1000 palabras en una versión modificada de lenguaje de señas y era capaz de comprender más de 2000 del idioma ingles, según reportes de The Gorilla Foundation.
Aqui les dejo un extracto de un documental realizado por National Geographic realizado en 1981 sobre Koko
Una amistad invaluable
En el documental sale Francine «Penny» Patterson, la persona que se encargo de trabajar y convivir con Koko desde que la gorila tenía solo un año. Cuando Penny, junto con su colaborador, Ronald Cohn, fundan The Gorilla Foundation en 1979, Koko se muda con ellos a los Montes de Santa Cruz, California.
Desde ese momento, Penny y Koko pasarían los días paseando, jugando, aprendiendo de la otra y ocasionalmente dando entrevistas. Koko fue famosa por interactuar con el actor Robin Williams en un video del año 2001, en el cual jugaba con Williams e intentaba arrebatarle sus anteojos. Koko lloro cuando aprendió la trágica noticia del fallecimiento de su amigo en agosto de 2014, demostrándonos lo compasivo que pueden ser los animales.
Amor, dolor y compasión
Williams no fue la única amistad de Koko. Ella también demostró un amor por los animales, pidiendo un gatito de regalo a quien adoptó y llamo All Ball. Koko pasaría los días con All Ball y esta historia la lleva a ser portada de National Geographic por segunda vez en 1985, la primera siendo en 1978 cuando empezaron los planes para fundar The Gorilla Foundation.
Lamentablemente, All Ball muere atropellado por un camión, lo que la dejó adolorida y molesta. Cohn le dijo al periódico Los Angeles Times en 1985 que apenas le contaron por lenguaje de señas lo que había sucedido con su gatito “hizo como si no nos escuchara por 10 minutos».
«Luego, comenzó a hacer un sonido de alarido típico de los gorilas cuando están tristes. Todos comenzamos a llorar juntos», señaló.
Un último mensaje
Koko falleció el 28 de junio de 2018 mientras dormía pacíficamente. Había llegado a los 47 años, siendo la esperanza de vida de su especie de 35 a 45. Una de las últimas entrevistas que dio la gorila fue en 2015, debida a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El mensaje que Koko, la gorila que puede comunicarse con los humanos, tiene que decir
En esta ocasión, a Koko se le informó acerca de lo que estaba en juego en la pasada edición de la COP21, que se celebró en París y que concluyó el 11 de enero de 2015. Según Noé Ong publicó en YouTube, después de estar familiarizada con los temas, a Koko se le permitió improvisar y añadieron que el vídeo fue editado por la necesidad de brevedad del mismo, aunque aseguran que estas fueron las reacciones de la gorila:
El mensaje que Koko, la gorila que puede comunicarse con los humanos, tiene que decir
«Soy un gorila…soy las flores…los animales…soy la naturaleza. Koko ama al hombre. Koko ama la Tierra. Pero el hombre es estúpido. ¡Estúpido! Koko lo siente. Koko llora. ¡Queda poco tiempo! ¡Haced algo por la Tierra! ¡Ayudad a la Tierra! Daos prisa, ¡proteged la Tierra! La naturaleza nos observa. Gracias».