Ayuno Intermitente y Dietas Cetogénicas: Cuando los caminos cortos no siempre resultan mejor

  • Autor de la entrada:
  • Categoría de la entrada:Salutem

Este artículo fue escrito por: Elsy Oráa Hernández. Nutricionista-dietista. Especialista en Nutrición Clínica. Coordinadora del Postgrado de Nutrición Clínica de la Universidad Central de Venezuela. Síguela en Instagram: @elsyoraa

En colaboración con las docentes del Postgrado  de Nutrición Clínica, profesoras María Aguiar, Carmen Santaella, Isabel Pérez, Zulay Urbina y la licenciada Rosemary Nacimiento.

Ayuno Intermitente

El ayuno es definido como la ausencia voluntaria del consumo total o parcial de alimentos, con un 70% o más de déficit en la ingesta. Generalmente obedece a razones religiosas, ideológicas o de salud y a pesar de sus riesgos continúa siendo utilizando para favorecer la pérdida de peso. Hoy en día se encuentra muy en boga al ayuno intermitente o Intermittent fasting (IF), también denominado restricción intermitente de energía cuya duración oscila entre 16 y 48 horas.

Si bien las modalidades de IF son muy variadas y cada quien parece crear la suya propia, en la bibliografía actual se han documentado dos tendencias, siendo una de ellas el IF según su duración o de acuerdo al consumo. En los primeros se destaca el 5/2 o ayunar 2 días cada 5, existiendo también el ayuno en días alternos donde se ingieren alimentos un día sí y el otro no. Otra manera es la restricción del tiempo cuando solo se come por 8 a 12 horas ayunando el resto de la jornada (1). Menos frecuente es el ayuno periódico, denominado así al prolongarse por más de dos días, alcanzando a veces hasta 3 semanas (2).

Al catalogarlos por la ingesta existe el ayuno sin ningún alimento o ¨ayuno 0 calorías¨ permitiendo solo agua e infusiones sin añadido de azúcar o el ayuno con un pequeño aporte de nutrientes, cubriendo aproximadamente un 25% de las necesidades del individuo (1).

En medio de tantas alternativas el IF ha cobrado un gran auge principalmente por ser aparentemente sencillo de cumplir sin necesidad de cuidar las raciones ni el tipo de comida. Muchas personas intentan solucionar cualquier exceso navideño con las comidas dejando de alimentarse por horas o días, retomando luego a sus anteriores hábitos en una especie de círculo vicioso. Otras en cambio usan el IF para adelgazar antes de un evento social o previo a las vacaciones de verano con la idea de lucir más esbeltos a la mayor velocidad posible.

Realmente el ayuno no es ajeno a la evolución. A lo largo de su historia, la humanidad ha vivido épocas de escasez bien sea por poca disponibilidad de alimentos, por guerras o por epidemias y enfermedades. En dichas situaciones el metabolismo es capaz de adaptarse para sobrevivir, usando las reservas de energía y este mecanismo se conserva todavía como un método de subsistencia (3).

La característica más resaltante del ayuno es la cetogénesis causada por consumir muy poca o ninguna cantidad de carbohidratos y calorías, conllevando primero al uso de glucógeno hepático y muscular para luego movilizar del tejido adiposo ácidos los grasos libres quienes son transformados en cuerpos cetónicos.

Órganos como el cerebro y corazón entre otros son capaces de emplear los cuerpos cetónicos como fuente de energía desplazando así a la glucosa, denominándose este cambio de sustrato como ¨desvío metabólico intermitente¨¨. Pero además de su papel energético, a los cuerpos cetónicos se le atribuyen efectos favorables en la disminución de la glucemia e insulinemia o glucosa e insulina en sangre además de reducir el daño de los tejidos expuestos al stress oxidativo y a procesos inflamatorios además de promocionar la regeneración celular mediante el aumento de factores de transcripción protectores (4).

Debido a sus beneficios en la salud, el ayuno terapéutico se incluye dentro del tratamiento de enfermedades neurológicas, del cáncer, de la obesidad masiva y de algunas más. Estos pacientes son sometidos a un ayuno controlado por un espacio de tiempo definido, con estricto monitoreo de signos vitales y valores de laboratorio, permaneciendo generalmente hospitalizado o asistiendo a controles médicos y nutricionales frecuentes (5).

Ocurre lo contrario con el IF porque casi siempre es efectuado de manera auto indicada, guiándose por recomendación de amigos o información contenida en las redes sociales, incluyendo videos y chats. Muchos lo llevan a cabo sin conocer sus contra indicaciones, las cuales existen aun cuando no suele hablarse mucho sobre ellas.

Una de las consecuencias del ayuno intermitente es engordar otra vez. Dicho efecto fue observado por Frenando Hamish al revisar datos provenientes de 70 estudios concernientes a la práctica del ayuno en el transcurso del Ramadán. En esta celebración religiosa los participantes permanecen sin comer desde el amanecer hasta el anochecer durante un mes.

Los resultados demostraron una mayor disminución ponderal, de masa grasa y de masa libre de grasa o músculo en los sujetos obesos y con sobrepeso. No obstante al finalizar esta festividad y retornar a la anterior manera de comer hubo una recuperación del peso perdido y de grasa corporal. A manera de conclusión se señala a la ausencia de buenos hábitos de alimentación para mantenerse más delgados al regresar a su vida habitual (6).

Especial atención requieren también los hallazgos de un estudio publicado en enero de 2020. En él, un grupo de investigadores analizó la influencia del ayuno en ratas de laboratorio, administrándoles solo 40% de las calorías habituales y al cabo de 2 semanas reportaron un incremento de sustancias vasopresoras conocidas como sistema renina angiotensina, encargado de elevar la presión arterial.

Las respuestas obtenidas se atribuyeron a mecanismos compensatorios en un intento de restaurar la disminución de volumen sanguíneo asociada a la menor ingesta de alimentos y aunque se requiere comprobar los resultados en humanos, queda abierta la interrogante sobre potenciales daños del ayuno a nivel cardíaco y renal gracias a la elevación del sistema renina angiotensina, sobretodo en personas quienes recurran al IF de manera frecuente con la intención de perder peso (7).

Vale la pena preguntar entonces si las ventajas del IF justifican sus riesgos los cuales quizás no sea notorios inmediatamente pero si a largo plazo. La duda se hace más patente al contrastar la pérdida de peso mediante IF en comparación a una restricción continua de calorías mediante dietas hipocalóricas. Con este propósito varios autores llevaron a cabo un meta análisis incluyendo 11 trabajos clínicos donde personas obesas o con sobrepeso realizaban un IF con 60% menos de consumo de alimentos mientras otras seguían dietas hipocalóricas moderadas aportando entre 1200 a 1500 kilocalorías. Al cabo de 26 semanas aproximadamente 9 de los estudios demostraron una reducción de peso y de grasa corporal similar en ambos grupos e igual sucedió en los valores de glucemia, insulinemia, colesterol total, triglicéridos y lipoproteína de baja densidad o low density lipoprotein (LDL), atribuyéndole a la pérdida de peso la mayor influencia para lograr estos descensos (1).

Dietas Cetogénicas

Un hecho innegable es el creciente número de obesos en el mundo y el rescate de antiguas estrategias obedece al deseo de controlar dicha epidemia. Tal es el caso de la dieta Atkins y la South Beach, muy famosas en su momento por prometer adelgazar sin aumentar nuevamente, cayendo en desuso temporalmente en vista de su poca efectividad para mantener el peso perdido. Hoy en día han reaparecido, modificadas y avaladas por no pocos trabajos de investigación, englobándose bajo el término de «dietas cetogénicas».

Se define a las dietas cetogénicas aquellas con un contenido muy bajo en carbohidratos, ubicándose entre 30 a 50 gramos al día. El consumo de proteínas se mantiene en un 20% y el resto se suministra en base a grasas, alcanzando un 80% de las calorías totales o incluso más, produciendo así una mayor cantidad de cuerpos cetónicos 4. Su popularidad reside en una rápida reducción ponderal sin seguir un tratamiento nutricional donde sea necesario cambiar de hábitos y controlar las cantidades de alimentos pero como todo camino corto, el uso de estas dietas involucra un importante número de efectos adversos.

Una clara evidencia de ello es la ¨Guía práctica para el manejo de la obesidad con dietas cetogénicas muy bajas en calorías¨ elaborada por Giovanni Muscogiuri y publicada en 2019 (8). En la misma identifican complicaciones a corto plazo, es decir de 2 a 6 días luego de iniciar la dieta tales como deshidratación cuyas manifestaciones incluyen sensación de resequedad en la boca, cefaleas o dolores de cabeza, hipotensión ortostática o disminución de la presión arterial al ponerse de pie, anormalidades en la visión y disminución del sodio, potasio y magnesio en sangre.

Igualmente la hipoglucemia o disminución de glucosa en sangre, la hiperuricemia o elevación del ácido úrico, la letargia, halitosis y algunas manifestaciones gastrointestinales donde figuran náuseas, vómitos, diarrea o constipación aparecen en este lapso de tiempo.

Más adelante, entre los efectos a largo plazo los autores describen riesgo a hipocalcemia o reducción en los valores de calcio y malformaciones óseas, alteraciones en el perfil de lípidos sanguíneos donde predomina una elevación en el colesterol LDL y la aparición de litiasis renal y vesicular o cálculos en los riñones y en la vesícula biliar.

No son inocuos entonces ni la dietas cetogénicas ni el IF por lo tanto su auto indicación es peligrosa. Es preciso seleccionar primero al tipo paciente el cual pueda beneficiarse con estas terapias, bajo la supervisión de médicos y nutricionistas con un control permanente de peso, exámenes bioquímicos, evaluaciones cardiológicas, de función renal, hepática y otras antes, durante y después de su utilización. Tampoco resultan ser el remedio definitivo de la obesidad porque deben usarse por pocas semanas para luego continuar con un tratamiento nutricional hipocalórico acorde a las necesidades de cada persona conjuntamente con actividad física y modificación de la conducta alimentaria. Ciertamente, la respuesta a los cambios de estilo de vida no son inmediatos pero su efectividad se incrementa mientras más se cumplan mientras las rutas cortas quizás resulten más largas y accidentadas en la distancia.

Referencias

1. Rynders C, Thomas E, Zaman A, Pan Z, Catenacci V. Melanson E. Effectiveness of Intermittent fasting and time-restricted feeding compared to continuous energy restriction for weight loss. Nutrients 2019; 442: 2-23.

2. Wilhelmi de Toledo F, Grundler F, Bergouignan A, Drinda S, Michalsen A (2019). Safety, health improvement and well-being during a 4 to 21-day fasting period in an observational study including 1422 subjects. PlosOne 2019;1: 1-23.

3. Flier J, Starvation in the midst of plenty: Reflections on the history and biology of Insulin and leptin. Endocrine Reviews 2019; 40: 1 – 16.

4. Harvey K, Holcomb L, Kolwicz S. Ketogenic diets and exercise performance. Nutrients 2019, 11: 1-22.

5. Phillips M. Fasting as a therapy in neurological disease. Nutrients 2019, 11:1-24.

6. Hamish F, Zibellini J, Harris R, Seimon R, Sainsbury A. Effect of Ramadan fasting on weigth and body composition in healthy non athlete adults: A sistematic review and meta analisys. Nutrients 2019; 11:1-24.

7. De Souza A, Linares A, Speth R, Campos G, Ji H, Chianca D, et al. Severe food restriction activates the central renin angiotensin system. Physiological Reports.2020; 8: 1 -12.

8. Muscogiuri G, Barrea L, Laudisio D Pugliese G, Salzano C, Savastano S, et al. The management of very low‑calorie ketogenic diet in obesity outpatient clinic: a practical guide. Transl Med 2019; 17:1-9.

Otros artículos de la Licda. Oráa en Calidoscopio Life

Contactos de la nutricionista Elsy Oráa Hernández: Correo elsyoraa@gmail.com / WhatsApp: +58 414-1344349 / Instagram @elsyoraa

Deja una respuesta