De reliquia azteca a estrella de cine: Palomitas de maíz

Los aborígenes americanos creían que dentro de cada grano de maíz habitaba un espíritu. Tal vez al hacerlos explotar surgió la magia del sabor que conquistó el mundo entero.

Según el país y la cultura, el maíz recibe diferentes nombres: En América es conocido como elote, choclo, jojoto, sara o zara. Mientras, en las diferentes regiones de España se le puede llamar danza, millo, mijo, panizo, borona u oroña. Las preparaciones con este cereal son infinitas, pero ahora nos concentraremos en una: las palomitas de maíz.

La geografía también juega un papel importante en la denominación que reciben. Pero no importa si usted las conoce como «pop corn», «cotufa», «crispeta», «pochoclos» o «canchitas», lo relevante aquí es que detrás de su irresistible sabor hay una insólita y ancestral tradición.

Milenario

Muchos son los historiadores que coinciden en que la domesticación del maíz ocurrió en los valles de Tehuacán (Puebla) y Oaxaca, en el denominado Eje Neovolcánico. Esta teoría se sustenta en un hallazgo del antropólogo norteamericano Richard Stockton MacNeish, quien descubrió restos arqueológicos de plantas de maíz en el Municipio de Coxcatlán en el valle de Tehuacán, Puebla, con una data de hasta hace diez milenios. Esto fue posible gracias a las condiciones tan secas del clima de la zona que impidieron la descomposición de los xilotes (maíz tierno) de los primeros maíces cultivados allí. A este elemento se le suma el hecho de que en algunas pirámides aztecas se encontraron pinturas, grabados y esculturas que representan al maíz y su valor religioso en esa cultura.

Taquillera

La transformación en el uso  y la expansión del consumo de este manjar de los dioses aztecas ha sido impactante a través del tiempo. Pero la odisea para la popularización internacional de las palomitas de maíz fue tan increíble, que su historia es digna del séptimo arte. Conócela con este pequeño relato audiovisual que te dejamos aquí.

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